Me gusta conseguir lo que quiero con rapidez. Quizá a usted también. Como cultura, somos adictos a la velocidad. Crecemos rápido, trabajamos rápido, aprendemos rápido, conducimos rápido, cocinamos rápido, comemos rápido, nos comunicamos rápido. A menos que uno pase mucho tiempo fuera de la cultura occidental, es fácil ver la rapidez como algo normal. Pero no lo es.er all that is beautiful this Christmas.
En su defensa, la rapidez tiene sus ventajas. Si nos accidentamos o enfermamos, la rapidez salva vidas. Si estamos de viaje, la rapidez nos da más tiempo para trabajar y jugar. Si estamos en peligro, la rapidez nos protege. La rapidez amplÃa nuestros horizontes y nos permite ver y hacer más cosas con nuestro tiempo.
Pero la rapidez también nos deforma profundamente. La rapidez dificulta forjar relaciones significativas con Dios y con los demás. La rapidez nos engaña haciéndonos creer que somos agentes independientes en control de nuestro propio destino. La rapidez nos agota, vaciándonos de la energÃa que necesitamos para reÃr, amar y disfrutar de lo bello. La rapidez es un severo capataz.
En Gálatas 4:4-5 Pablo escribió: "Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos." HabÃa pasado un milenio desde que Moisés prometió por primera vez que Dios "levantarÃa un profeta" de Israel para que hablara la palabra de Dios de manera definitiva. (Dt. 18:18). El pueblo de Israel se habÃa cansado de esperar al MesÃas prometido por Dios. Pero Dios no tenÃa prisa.
Dios esperó la "plenitud del tiempo", alineando pacientemente las condiciones y el entorno. Jesús nació durante el reinado de Tiberio César (Lucas 3:1), cuando Roma habÃa construido una vasta red de carreteras. Jesús nació en la sociedad helenÃstica, en la que se hablaba griego en todas las ciudades y paÃses. Jesús nació en una época en la que los judÃos estaban dispersos desde España hasta Persia y por todas partes. Pablo y los demás apóstoles--viajando por calzadas romanas, hablando la lengua griega y apoyados por enclaves judÃos dispersos-- proclamaron el evangelio de Jesucristo a muchas naciones. Hoy disfrutamos de las bendiciones de Jesús porque Dios hizo esperar a su pueblo.
El adviento nos enseña que la plenitud del tiempo es algo muy bueno. Rara vez nos es fácil esperar. Cuando estamos ansiosos, queremos que Dios responda y actúe de inmediato. Al desacelerar, Dios deja espacio para que desarrollemos una relación con él. Dios cultiva nuestra fe y nuestro carácter. Y, por último, Dios crea las condiciones adecuadas para que crezcamos.
Que Dios les conceda "la plenitud del tiempo" para reflexionar sobre la bendición del nacimiento de Jesús en esta temporada de adviento. Que Dios les conceda la paciencia para perseverar mientras esperan su respuesta. Que Dios les dé espacio para reÃr, amar y contemplar todo lo que es bello en esta navidad.
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Rev. Zachary King is the general secretary of the CRCNA. He is a member of Cascade Fellowship Christian Reformed Church in Grand Rapids, Mich.