Hace poco me reí mucho cuando me enteré de que uno de mis hijos adolescentes atormentaba a su profesora con inoportunos “porqués” sobre fórmulas y teoremas matemáticos. Cuando se ven agotados por las preguntas de sus alumnos, hasta los pedagogos más pacientes de los inapelables principios matemáticos acaban respondiendo con un: “¡Porque sí!” Para una persona como yo, que no tiene demasiados conocimientos matemáticos, esa es una respuesta válida, pero no lo es para todo el mundo.
Una gran pregunta que está en la mente de muchos cristianos reformados en este tiempo es un “por qué” similar. ¿Por qué formar parte de la denominación ICR? A medida que nuestra cultura norteamericana se ha vuelto más individualista y antiinstitucional, el argumento a favor de pertenecer a una denominación—o a cualquier organización colectiva— se han debilitado. En los próximos meses, los principales líderes de la ICRNA quieren compartir algunas respuestas a esa pregunta que van más allá del “porque sí.” Para brindar esas respuestas, nos basamos en la forma de gobierno de la ICRNA.
Nuestra humilde forma de gobierno da cuatro razones para la existencia del clasis (asambleas regionales de la ICR), y esas mismas cuatro razones se aplican a nuestra existencia denominacional. Somos una comunidad de iglesias que ha elegido ejercer el ministerio de manera conjunta, y el artículo 39 de la forma de gobierno expone cuatro buenas razones para ello.
La primera razón es que nuestra relación colectiva nos permite “buscar, discernir y someternos a la voluntad de Dios.”
Un ejemplo bíblico de este tipo de discernimiento colectivo y sometimiento se encuentra en Hechos 15:1-35. Cuando los gentiles se convirtieron a la fe en Jesús, la primera pregunta que se planteó la iglesia fue si se les debía exigir o no que siguieran las leyes ceremoniales judías, como la circuncisión. Junto con su asombroso informe sobre la obra de Dios entre los gentiles de Asia Menor, Pablo y Bernabé sometieron esta cuestión a los apóstoles en Jerusalén.
Lo que sucedió a continuación es interesante. Primero, los apóstoles escucharon en oración y reflexionaron sobre las experiencias de Pablo, Bernabé, Pedro y otros con los gentiles convertidos. En segundo lugar, prestaron mucha atención a las profecías bíblicas sobre los gentiles y los requisitos de la ley.
De esta deliberación surgió una decisión: Los gentiles no debían estar sujetos a las leyes ceremoniales, salvo los mandamientos de no comer carne de animales estrangulados, sangre de animales ni carne de animales sacrificados a los ídolos (Lev. 17). El concilio también recordó a los creyentes gentiles que debían evitar la inmoralidad sexual tan característica de la cultura grecorromana circundante.
De esta deliberación surgió una decisión: Los gentiles no debían estar sujetos a las leyes ceremoniales, salvo los mandamientos de no comer carne de animales estrangulados, sangre de animales ni carne de animales sacrificados a los ídolos (Lev. 17). El concilio también recordó a los creyentes gentiles que debían evitar la inmoralidad sexual tan característica de la cultura grecorromana circundante.
Este proceso no estuvo exento de obstáculos. Algunos de los primeros cristianos discreparon vehementemente de la decisión. Como atestiguan los escritos del Nuevo Testamento, los temas abordados por el concilio siguieron siendo motivo de división. Además, muchos en el ala “judaizante” de la iglesia seguían insatisfechos con la posición de las leyes ceremoniales judías en la vida de los gentiles conversos. Sin embargo, la iglesia encontró un camino que era fiel a la Palabra de Dios y a la obra del Espíritu.
En la cultura actual, contenciosa y rápidamente cambiante, la búsqueda, el discernimiento y la sumisión colectiva a la voluntad de Dios siguen siendo esenciales para nuestras iglesias. Este discernimiento colectivo es el trabajo de nuestros concilios eclesiales, clasis y sínodo, y se realiza a través de aquellos que nombramos para servir en nuestras instituciones educativas y agencias ministeriales. Este tipo de discernimiento colectivo responde a esta exhortación de Dios: “Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus sendas.” (Prov. 3:5-6).
Sin embargo, reconocemos que el discernimiento colectivo de nuestra denominación es actualmente polémico. Al igual que en tiempos de Pablo, en nuestras iglesias hay fuertes desacuerdos sobre nuestras decisiones corporativas. Esto es tan doloroso hoy como lo fue para la iglesia en aquel entonces. También reconocemos que algunas de nuestras decisiones pasadas no han sido para nada perfectas y requieren un discernimiento continuo. Sin embargo, incluso teniendo en cuenta nuestras imperfecciones, el modelo bíblico de discernimiento colectivo es una buena razón para formar parte de una denominación. Por nuestra cuenta, nuestra capacidad para ver el panorama general es limitada. Juntos, obtenemos una mayor comprensión y podemos buscar y discernir mejor cuál es la voluntad de Dios.
En los próximos boletines, la columna View From Here compartirá otras razones para ser parte de una denominación. Si desea participar en la conversación, le invito a visitar la red de The Network (crcna.org/Network), donde esperamos compartir ejemplos concretos de cada una de estas razones, así como solicitar sus historias.
About the Author
Rev. Zachary King is the general secretary of the CRCNA. He is a member of Cascade Fellowship Christian Reformed Church in Grand Rapids, Mich.