Lo que hace sabia a la gente es un misterio. Sin duda, la edad y la experiencia forman parte de la ecuación, pero me he dado cuenta de que muchas personas "maduras" parecen vivir despistadas, mientras que algunos niños de 10 años pueden aportar inesperadas joyas de entendimiento a sus mayores. No cabe duda de que tener una educación considerable no está de más, pero todos nos hemos reÃdo alguna vez al comprobar que incluso doctores, abogados y (me atreverÃa a decir) ministros eruditos tienen dificultades para dominar algunas habilidades básicas de la vida.
Lo que está detrás de la sabidurÃa es fundamentalmente una orientación hacia el aprendizaje. El autor de Proverbios escribe: "Instruye al sabio y será más sabio aún; enseña al justo y aumentará su saber" (9:9). El sabio aprende de la reprensión, o lo que hoy llamarÃamos crÃtica (Prov. 19:25). De hecho, esta pasión por aprender proviene del deseo de estar en relación con Dios: "El comienzo de la sabidurÃa es el temor del Señor" (Prov. 9, 10). Aprender sobre Dios es el fundamento de la sabidurÃa.
El verano pasado leà el libro Forged in Crisis, de Nancy Koehn. Koehn cuenta la historia de cinco lÃderes de gran trascendencia: Ernest Shackleton, Abraham Lincoln, Frederick Douglass, Dietrich Bonhoeffer y Rachel Carson. Cada uno de estos lÃderes perseveró a través de una oposición casi imposible para lograr un cambio fundamental y positivo en nuestro mundo. Cada uno de estos lÃderes buscó "tiempos de aprendizaje autoconsciente" que les formaron y prepararon para el impacto que tendrÃan en el mundo (p. 390). Estos cinco lÃderes encontraron la sabidurÃa que necesitaban porque dejaron un espacio intencionado en sus vidas para el aprendizaje continuo.
El tipo de aprendizaje que conduce a la sabidurÃa se presenta de muchas formas. Puede venir a través de la lectura de las Escrituras, asà como de libros y artÃculos profundos. Puede desarrollarse participando en conferencias, escuchando podcasts e incluso viendo TED Talks en YouTube. Puede cultivarse aprendiendo "a base de errores", mientras tomamos nota cuidadosamente de las lecciones de vida que obtenemos a través del fracaso (y del éxito). Uno de los mejores lugares para aprender es la comunidad: los comentarios de amigos, mentores, hijos, padres, cónyuges, hermanos, compañeros de trabajo y supervisores. Los sabios aprovechan al máximo cada uno de estos canales de aprendizaje.
Una de las formas más obvias, pero a menudo descuidadas, de adquirir sabidurÃa es aprender de nosotros mismos y sobre nosotros mismos. A veces desechamos con indiferencia el autoaprendizaje intencionado como parte de nuestra "cultura terapéutica". Pero un teólogo muy importante dijo una vez: "Casi toda la sabidurÃa que poseemos, es decir, la verdadera y sana sabidurÃa, consta de dos partes: el conocimiento de Dios y el conocimiento de nosotros mismos" (Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, 1.1). Aprender sobre nuestros anhelos, necesidades, heridas y motivaciones más profundas nos prepara para servir eficazmente a Dios y a nuestros semejantes. Este tipo de aprendizaje requiere el EspÃritu Santo, la oración y, a menudo, la ayuda de profesionales cualificados.
La Iglesia Cristiana Reformada me ha bendecido porque ha dado prioridad al aprendizaje intencional y, por tanto, a la sabidurÃa. Estoy agradecido por los seis meses de licencia de estudio que recibà mientras era misionero con Resonate. Estoy agradecido por los años sabáticos que proporcionamos a nuestros pastores. Estoy agradecido por nuestras maravillosas escuelas cristianas y sus profesores. Estoy agradecido por las instituciones y agencias de nuestra denominación, que proporcionan a los miembros y lÃderes oportunidades para aprender y crecer. Espero que disfruten de las historias de aprendizaje intencional y de la sabidurÃa que está desarrollando en los miembros de la ICR.
About the Author
Rev. Zachary King is the general secretary of the CRCNA. He is a member of Cascade Fellowship Christian Reformed Church in Grand Rapids, Mich.